viernes, marzo 12, 2010

EN BLANCO.



Por las noches, antes de apagar la luz, en aquellos días en los que la cabeza anda más agitada de la cuenta, he cogido la sanísima costumbre de utilizar las cartas de meditación e intentar aplicar sus consejos en mi vida, tarea harto difícil, pero todo se andará.

Últimamente, no sé si casualmente, no sé si por cuestión de energías invisibles que no se ven pero se sienten, me sale siempre la misma carta, la número 39, que se titula: "Controla tus pensamientos". Me suena, me suena...

Resumiendo, el mensaje que me regala, viene a decir que, de escuchar el ladrido de un perro, por ejemplo, viajo hasta el pasado y asocio el sonido a un animal de mi infancia que ya murió, después paso a pensar en la muerte, después en el dolor, después en la amiga que perdí o en el perro que no adopté, o vete tú a saber...y entonces, estos saltos de la mente que viajan en el tiempo y en el sentimiento, movilizan mi armonía y me cambian de estado, de algo positivo paso a algo negativo y viceversa. La mente divaga sin parar, se mueve constantemente, trabaja sin descanso, sin ningún tipo de desconexión, algo que resulta completamente agotador y afecta en mi ánimo. Razón no le falta a esta cartita que entre 53 y eligiéndola al azar, me sale continuamente como un aviso: "aprende a meditar", "aprende a ahorrar energía desconectando", "controla tú mente y tus pensamientos"...y aquí estoy, entregada al difícil hábito de relajar el cerebro, intentando no pensar en nada, sobre todo no viajar demasiado dando saltos bruscos en el tiempo, aprendiendo a dejar la mente en blanco, ¡casi ná!.

Es cierto que cualquier cosa puede disparar un proceso dentro de mi. Todos los pensamientos se meten en mi mente y es un tipo de esclavitud porque no domino, sino que el ladrido del perro que genera tantas cosas, sigue estando ahí, moviéndome a su merced. No existe control y se crea una cadena de ideas enlazadas sin mucho sentido.

Así que el ejercicio del día consiste en evitar fugas por todas partes desconectando la mente unos minutos para que descanse de tanto trabajar, aprender del arte de apagar el coco para acumular energía y estar así más fresca que una rosa cuando vuelva a engancharme a la corriente eléctrica, a ver si avanzamos y empiezo a liberarme. ¿Vosotros también divagais sin ton ni son?.

4 comentarios:

El árbol que nunca dió manzanas dijo...

Bueno, no te quiero contar, mis divagaciones pueden llegar a cambiar un día, en principio hermoso, en un día lleno de malas caras, y es que el pasear por la oscuridad de mi alma tan fugazamente es lo que tiene.
Pero no consigo parar, reflexionar y encontrar la raíz aceptando que lo hecho, hecho está.

A veces no notas como si en tu cabeza tuvieses un sin fin de cajones, como archivos suspendidos en la atmósfera cerebra, y que en vez de abrirse uno a uno, se abriesen de golpe, sin previo aviso, descontroladamente, uno tras otro pero sin organización alguna??

Supongo que por ello es tan difícil convivir conmigo...

Saludos.

Lorena dijo...

Manzana: Cosas de la mente, que aún están por descubrirse todos sus misterios. Y ahora que lo dices es cierto que eso puede hacer que los que están a nuestro alrededor tengan más paciencia que un santo, mi Pedro se gana el cielo. Un abrazote!

Cecilia dijo...

Eso le pasa prácticamente a todo el mundo (que piensa), y para eso está la meditación.Lo que pasa es que es un proceso no muy fácil de aprender y necesitas qe alguen te guíe. Yo estoy en ello. En cuanto a lo del cambio del estado de ánimo en función de los pensamientos me acabo de empezar a leer un libro d Chopra que lo explica muy bien. Denso, pero muy explicativo. Recomendación del brujo lolo aquel del que te hablé...
Las técnicas de relajación también ayudan.
Muchas besos

Lorena dijo...

Cecilia: Ays, que risa me da con el brujo lolo, me gustaría a mí verle la cara...
Pues nada, yo medito por mi cuenta y riesgo, a mí manera, y así me va, todo sea dicho de paso. MUA; MUA!!!besitos a tí tmb.